Memoria: por qué se produce el deterioro cognitivo
Dormir poco, hipertensión, estrés o depresión, enemigos de los recuerdos
¿Cuáles son los signos de alarma?
¿Hay una pérdida de memoria o deterioro cognitivo reversible y otro tipo que precede a la aparición de enfermedades neurológicas?
Para aclarar todas estas cuestiones contamos con la ayuda del psicogerontólogo Miguel Ángel Maroto, director de la red Ahoracentros, dedicada al envejecimiento y a tratar el deterioro cognitivo leve. Maroto es pionero en la realización talleres de memoria en España e Iberoamérica.

Por qué se produce el deterioro cognitivo
Desde los 30 años de edad empieza a generarse la curva del envejecimiento, que tendrá una pendiente más o menos suave según el estilo de vida que lleve cada cual, de su carga genética y de los factores ambientales que le rodeen.Existe un deterioro cognitivo que es tratable y prevenible y otro que no (enfermedades neurológicas y alzhéimer), pero para el que las terapias no farmacológicas y sobre todo la psicoestimulación se han revelado tan eficaces como los fármacos para disminuir la sintomatología y ralentizar el deterioro. Sí podemos tratar los déficits de vitaminas y nutrientes o paliar las situaciones estresantes o depresivas que acarrean problemas de memoria como síntomas secundarios, como puede ser la jubilación, el duelo o el aislamiento, por ejemplo.
Qué perjudica la memoria
Hipertensión, azúcar elevada en sangre y problemas de riego
Los estudios dicen que a partir de los 30 años, personas con hipertensión arterial pueden perder hasta 100.000 neuronas al día. A esto hay que unirle el envejecimiento progresivo de todas las estructuras neuronales, la disminución en la velocidad del impulso nervioso y el estilo de vida poco saludable (fumar, beber, llevar una vida sedendaria...).
¿Y por qué la hipertensión “mata” o perjudica a las neuronas? Todo el sistema cardiovascular es la base de las neuronas porque éstas se alimentan de azúcar y oxígeno y ambos componentes les van a llegar por el torrente sanguíneo. Todos los problemas de riego sanguíneo afectan a las neuronas porque es una consecuencia lógica del atasco en la red de tuberías del organismo. Por eso, también tener un colesterol elevado (o demasiada azúcar en sangre) hace que el torrente sanguíneo alimente peor a las neuronas y perjudique la memoria.
Estrés y depresión, más olvidos
Otro factor, el estrés, perjudica mucho a la memoria. ¿Por qué? Las glándulas suprarrenales segregan cortisol y esta sustancia afecta directamente al hipocampo, que es una estructura del sistema límbico dedicada a la llamada memoria de trabajo, la memoria a corto plazo. Pero no todos los olvidos son iguales: por ejemplo, que se te olvide dar un recado no es lo mismo que no recordar cuestiones rutinarias del día a día o dejar de hacer de repente actividades de la vida diaria que se realizaban con normalidad (como preparar una paella, por ejemplo).
Lo cierto es que al principio no nos damos cuenta del deterioro cognitivo: desde los 45 o 50 años la pérdida de memoria se suele atribuir a factores ambientales como el estrés, la tensión por el cuidado de la familia, el exceso de trabajo…
La depresión es otro gran enemigo de la memoria: las personas deprimidas notan que su memoria falla. Éste es precisamente uno de los síntomas que confirma el diagnóstico junto a otros como problemas de sueño, pérdida de peso o apetito, y evidentemente tristeza o apatía.

Poco sueño, poca memoria
También afectan a la memoria los problemas de sueño. Por ejemplo, la fragmentación del sueño por el cuidado de hijos pequeños o por tener que ir al servicio por la noche, como les pasa a muchos mayores….El sueño nocturno lo conforman una serie de ciclos que se van repitiendo uno tras otro y acortándose, según avanza la noche. Cada ciclo de sueño que dura unos 90 minutos inicialmente. Lo componen varias fases, unas denominadas de sueño ligero (Fase I y II), otras sueño profundo (Fases III y IV) y la denominada fase REM.
Es precisamente en esta fase REM cuando el organismo se “auto-repara”, y en esta fase también se produce la mayor parte de la consolidación de los recuerdos. Aquello importante vivido en el día se codifica y almacena en nuestra memoria a largo plazo.